En un lugar entre el cielo y la tierra se alza un pueblo mucho más antiguo que el firmamento. Un Imperio donde no existe el tiempo ni el espacio, dónde la magia , la calma y la perfección; equilibran esta atmósfera en la que miles de seres de la luz son gobernados por la diosa Eva. Este lugar es conocido cómo "Pueblo de Holma", y en el centro de este Imperio, surge el "Templo de la Congregación". Las paredes pintadas de un blanco inmaculado están decoradas con relieves de oro por artesanos de otro mundo. El aire; que no existe, tiene un aroma a jazmín y madreselva. Dentro de este templo irradia una paz absoluta. Y en el centro hay una plataforma desde la que Eva se dirige a sus seres cuando los convoca. Eva flota en el aire en el centro de esta plataforma en su forma de mujer. Ella es la criatura más hermosa y sabia del universo. Su rostro irradia la más absoluta paz, mientras concentra toda su energía con los ojos cerrados llamando a sus hijos....
Aprovechando que Luz había ido a llevar a Lisa al instituto y a comprar algo para cenar, Jazmín y Bleda lo habían preparado todo para invocar a su reina mediante un ritual muy poderoso de magia antigua. Y de alguna extraña manera Casandra se había dejado convencer por estas para que las ayudase.
Casandra no necesitaba utilizar la magia para comunicarse con su reina; ella era una valkiria auténtica creada por el rayo de Eva, igual que había sido la madre de Lisa y Luz, y podían comunicarse con su reina mediante sus pensamientos.
Jazmín y Bleda, al contrario que Luz y Casandra no eran auténticas valkirias, si no que habían nacido de la unión de una valkiria y un humano, igual que Lisa. Lo que quería decir que poseían todas las cualidades de las valkirias excepto dos; comunicarse con Eva , y la obediencia a las reglas. A simple vista parecían humanas normales, excepto porque su piel era blanca y sensual, sus labios rojos y deseables, y sus orejas puntiagudas. A parte de esto, solo se las podía reconocer porque no podían exponerse a la luz del sol, se alimentaban de sangre, y cuando lo hacían sus colmillos se hinchaban y sus ojos se volvían oscuros y vidriosos. Pero Lisa todavía no sabía nada de esto, porque además de haber sido criada y educada por humanos, donde de la magia y las criaturas sobrenaturales solo existían en los cuentos, todavía no había alcanzado la edad adulta, por lo que era una humana normal. Pero pronto lo descubriría. Era su destino. Lisa también era una valkiria como ellas; hija de Alina; una de sus hermanas. Pero además de eso; Lisa era la última valkiria del milenio, y una profecía caía sobre ella. Las brujas que poseían el don de la videncia y la adivinación habían anunciado que la última valkiria de la estirpe, estaría condenada a luchar por el equilibrio entre vampiros y licántropos. Luz y Casandra habían buscado muy concienzudamente en todos los rincones del mundo si existía alguna valkiria mas joven que Lisa, pero no la habían encontrado. Es mas, hacía mas de doscientos años que no nacían valkirias. Y era imposible que se hubieran equivocado. Lo que quería decir que tenían un grave problema, ¿Cómo iba Lisa a enfrentarse a vampiros y a licántropos si ni tan siquiera conocía la existencia de su estirpe?
Lisa entró en el patio de su nuevo instituto estremeciéndose al mirar el imponente letrero: INSTITUTO.
En los alrededores deambulaban tribus de niños pijos y modelos increíblemente flaquísimas que parecían ir vestidas a la última moda. Los chicos con los que se cruzaba giraban la cabeza a su paso para mirarla con el ceño fruncido. Todos se encaminaban hacía la puerta del alto edificio de cemento gris como si fuese una madre llamando a sus hijos. Cuando pisó el primer escalón las hebillas de sus botas de piel empezaron a emitir un tintineo que no pasó desapercibido a medida que iba subiendo. Se arrepintió en ese mismo momento de habérselas puesto. Había aprendido que le podía ir mal allá donde estuviera o que le podría ir peor; pero que en parte dependía de no llamar demasiado la atención. Y era lo que estaba haciendo en ese mismo momento toda vestida de negro y con sus botal llenas de hebillas.
Al entrar en el vestíbulo se estremeció al ver a todos aquellos extraños saludándose y abrazándose alegremente. Menuda situación la suya, pensó. Eran imaginaciones suyas o la gente con la que se cruzaba parecía burlarse de lo sola que estaba. En realidad no era culpa de ellos. Llevaba tanto tiempo de un lado para otro que ya no se abría a los demás, ni tan siquiera se molestaba en ser amable porque encuanto conocía a alguien mas pronto que tarde, llegaba la despedida. Además, llevaba bastante tiempo que se sentía diferente, como una extranjera que no sabía donde encajar. Ella lo atribuía al hecho de que no tenía padres, murieron en un accidente cuando ella solo contaba con cinco meses. Su abuela se quedó con ella, pero también murió cuando tenía cinco años. Desde entonces había pasado por nueve colegios distintos y dos institutos. era como escolarizarse para estar de visita. También por once familias de acogida que siempre terminaban por devolverla al orfanato. Empezaba a pensar que nunca saldría de allí pasando directamente a un centro social para mayores de edad cuando cumpliera los dieciocho años. Pero hacía tres meses irrumpieron en el centro Luz y Casandra y todavía no se explicaba como en apenas unas horas la sacaron de allí. El trámite de papeles costaba casi un mes, pero quizás en el orfanato ya se habían cansado de ella. Lo cierto es que estaba muy cansada y harta de entrar y salir del centro, y todo era producto de una sola cosa: los seres iridiscentes. ¿Cuándo iban a desaparecer de su mundo? Ahora llevaba todo el verano en aquella mansión y aunque no quería crear algún vínculo emocional con nadie, ya lo había hecho. Además, ellas eran diferentes; conocieron a su madre. Desde que murió su abuela y entró en el orfanato hacía ya diez años, Lisa no había conocido a alguien que supiera algo de sus padres. Era como si jamás hubieran existido excepto por lo que su abuela le había contado sobre ellos. Ahora se preguntaba cuanto tiempo tardarían sus tías en descubrir que ella no era una persona normal y llevarla de nuevo al orfanato.
Lisa cerró su taquilla y empezó a buscar el horario de clases. No lo encontró. Se había detenido tanto en sus pensamientos que cuando miró a su alrededor comprobó que los pasillos estaban vacíos. los estudiantes ya estaban en sus aulas. Entonces lo vio, como una sombra oscura llena de luz alrededor el mismo ser del autobús estaba a unos pasos de ella mirándola. Contuvo la respiración y se encaminó hacia la escalera de mármol repitiéndose mentalmente una y otra vez que él no sabía que ella lo veía. Cuando estuvo a punto de alcanzar el primer escalón se detuvo en seco, el sonido de unas botas la seguían y allí no había nadie más con ella que aquel ser. Lo había dejado sentado en el autobús y le había costado un gran esfuerzo pasar por encima de él sin rozar su cuerpo y al mismo tiempo aparentar que no lo veía. Y ahora que creía que todo había pasado lo tenía allí detrás de ella. Antes de bajar del autobús el ser le había dicho que era consciente de que ella podía verlo, pero eso era imposible, se dijo a sí misma intentando calmar los nervios.
- Nunca huyas de alguien como yo -Lisa se estremeció cuando la voz llegó a sus oídos creando ecos a su alrededor-,escapar es imposible...
Lisa notó un sudor frío y el latido de su corazón acelerado, la voz era tranquila y fluida, pero no parecía humana.
-...y no nos gusta. Además, me necesitas.
Lisa no pudo aguantar más, con un nudo en el estómago y armándose de valor, se dio la vuelta buscando al desconocido que se dirigía a ella. Y cuando lo hizo, miró por encima de sus hombros para hacerle creer que no lo veía, pero allí no había nadie más que aquel ser.
- Deja de fingir que no me ves -su voz sonó gutural, como la de una bestia rota. El ser avanzaba hacía ella con una fluidez antinatural. Su melena larga le cubría la cara y una barba de varios días oscurecía sus facciones.
- ¿Qué quieres de mi? -se atrevió a preguntar con voz temblorosa al borde del llanto. Jamás pensó que algún día se dirigiría a un ser iridiscente, pero estaba claro que él la había descubierto, ¿la mataría allí mismo?
Él continuó acercándose con una determinación casi furiosa. Tenía la mandíbula fuerte y muy marcada, la luz de su alrededor no brillaba tanto como la de otros seres, y Lisa se preguntó si tal belleza solo podría pertenecer a un ángel caído.
- No es a mí a quien debes temer-ahora su voz parecía más humana mientras la miraba con algo parecido a la compasión. -Te hemos esperado durante muchos siglos, informaré a mi reina y volveré.
Lisa no comprendía lo que pasaba, pensó que si tal vez cerraba los ojos despertaría de alguna de sus pesadillas. Él la miró de arriba abajo con un gesto de desaprobación y después desapareció ante sus ojos y allí no quedó nada mas que un silencio absoluto.

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